Finca

Finca de Maria da Guarda

De capitales portugueses, es una leyenda viva que cuenta el arte de hacer aceite

La Historia

La

Herdade de Maria da Guarda, situada en Serpa, Alentejo, tiene un olivar con alrededor de 1,3 millones de olivos. Se trata de uno de los olivares con mayor número de olivos en una propiedad en Portugal de capital portugués, siendo una leyenda viva que cuenta la arte de hacer aceite.

La historia del nombre de la finca se remonta a una persona del lugar que tuvo una visión de la Madre de Dios. En esta visión, Maria recuerda que, durante la ardua faena agrícola, cada trabajador tenía a su propio Ángel de la Guarda para trabajar y que así el yugo era suave, la carga más ligera y el trabajo más alegre.

Los registros arqueológicos hallados en la Finca de Maria da Guarda revelan elementos como la lagareta, piedra sobre la que se edificó un asentamiento romano del cual toma su nombre el aceite Lagaretta, una marca muy exclusiva. La misma constituye un precioso legado y el prólogo de la producción de aceites alentejanos y nacionales. No obstante, la vocación de los cerca de 2 millones de kilos de aceite anualmente producidos en la almazara de la finca son dedicados casi íntegramente a la exportación a granel.

Herdade Maria da Guarda - Localização

La Tradición

Durante el imperio Romano, el olivo simbolizaba gloria y paz. El aceite proveniente de Lusitania, por su singularidad y bajo nivel de acidez, conquistó el paladar de los exigentes emperadores, los cuales hacían llevar a Roma el valioso néctar producido en las lejanas tierras lusas. El olivo y el aceite son la base de la civilización mediterránea, que va desde la Grecia clásica hasta Lusitania, pasando por el Huerto de Getsemaní, el jardín de olivos donde Jesús fue a rezar en la víspera de su muerte.

Un viejo dicho portugués :“olivo de mi abuelo, higuera de mi padre, viñero que yo pongo” ilustra el tiempo necesario para tener una producción de olivo equilibrada. En Portugal, los indicios de presencia de olivos datan de la edad de bronce, pero se atribuye a los romanos la expansión de su cultivo en este país.

En Serpa, donde hay numerosos vestigios de caminos, puentes y construcciones romanas, y en donde se sitúa la Finca de Maria da Guarda se encuentran las ruinas de la llamada Ciudad de las Rosas, así como los restos de almazaras de tiempos inmemoriales que atestiguan la vocación milenaria de la propiedad y de la región en la olivicultura.

A partir del siglo XII el aceite portugués, de excelencia para la alimentación se vuelve uno de los principales productos de exportación, siendo en 1650 el bien más exportado hacia Inglaterra.

El aceite de Portugal, especialmente apreciado por nuestros reyes, tuvo un especial impulso con Juan III quien en 1555 decretó que el aceite, el pan y el vino jamás serían gravados con impuestos. Toda nuestra gesta es rica en historias escritas, leídas y contadas a la luz de una lámpara de aceite y célebres por buenas comidas acompañadas con el precioso aceite, en castillos, monasterios y palacios. En cada paso las piedras de Portugal nos hablan de la excelencia del aceite y de sus diversos usos para la iluminación, la salud, la guerra o simplemente en la alimentación.